Estábamos en clase y de repente oímos un ruido que parecía los cascos de un caballo. Llamaron a la puerta y ¡ERA DON QUIJOTE DE LA MANCHA!
Se acercó a mí y me dijo:
- Patricia, te vas a venir conmigo a vivir muchas aventuras por todo el mundo, ¿Qué me contestas?
Le contesté:
- Estoy encantada.
Abajo nos esperaba Sancho Panza con Rucio y Rocinante. Me subí con Don Quijote en su caballo y nos marchamos en busca de aventuras.
Al pasar por un caserío vimos una yegua muy hermosa, y como a Don Quijote le gustó, me la regaló; le puso por nombre Dulcinea en honor de su amada.
Nos encontramos unos molinos y como ya había hecho en otra ocasión, se puso a pelear con ellos; tuvimos suerte, pues ese día las aspas no funcionaban. Más adelante se empeñó en luchar contra unos caballeros -que solo eran sacos con vino tinto-. Al clavarles la lanza, salió un fuerte chorro de vino, que Don Quijote pensó que era sangre, y exclamó:
-¡Victoria! He vencido a estos malandrines caballeros.
En fín, vivimos muchas más aventuras. De vuelta me presentó a Dulcinea, y nos hicimos muy amigas. Como recuerdo de los días y aventuras pasados juntos me regaló la yegua. PATRICIA
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