Cuando Don Quijote me eligió para dar la vuelta al mundo, yo me puse muy contenta y salté de alegría.
Lo primero que le pregunté fue que si íbamos en caballo y me contestó que no, que esta vez el viaje iba a ser en avión, y que los caballos se iban a quedar en El Toboso.
Cogimos el avión desde Madrid hasta París y vimos la Torre Eiffel; desde allí subimos en un tren que pasa por debajo del mar con destino a Londres. Ya que estábamos en Inglaterra, aproveché para enseñarle un poquito inglés camino de la universidad de Oxford.
Volvimos a coger el avión con destino a Roma, Florencia, Venecia y Verona -que es en esta última ciudad donde sucedió la historia de Romeo y Julieta.
Ya un poco cansados, regresamos a España y nos fuimos directamente a El Toboso porque a Don Quijote le traía muy buenos recuerdos ese pueblo por ser la patria de su amada Dulcinea.
Cogimos los caballos y nos fuimos a Campo de Criptana, para ver los molinos y recordar viejos tiempos; después vimos los molinos de Alcázar y desde allí a mi colegio, donde le contamos a todos nuestras aventuras. PAULA
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